Dentro del ritmo anual de nuestro jardín, la Pascua se vive como una fiesta de transformación, renacer y búsqueda. A través de cuentos, canciones, colores y naturaleza, acompañamos a los niños en el despertar de la vida.

El huevo, símbolo de lo nuevo que está por nacer, nos recuerda que todo cambio verdadero comienza desde adentro.

Una invitación a renovar la mirada con calidez y asombro.

La liebre, animal libre en la naturaleza, es quien esconde los huevos de colores por el jardín. Sus huellas marcan el camino de la búsqueda, despertando en los niños el deseo de explorar y descubrir.

También es un tiempo para mirar la luna en su crecimiento y observar los cambios sutiles en la naturaleza, en el paso del verano hacia el otoño.