El plan de estudios parte de la idea de que cada ciclo de siete años (desde el nacimiento hasta la mayoría de edad) exige un estilo pedagógico propio y totalmente diferente para cada etapa.

Pues en cada uno de estos ciclos, el niño o joven posee características especiales, tanto físicas y anímicas como psíquicas, que determinan su posición frente a sí mismo y frente al mundo que lo rodea.

Las materias en cada uno de los ciclos, más que informar, cumplen el papel de formar, pues han sido ordenadas según pautas antropológicas y se imparten en el momento adecuado a las etapas evolutivas del ser humano.

Para acercarnos a la meta de una formación integral y armónica del ser humano, no sólo se imparten las materias científicas y de conocimiento, sino que a la par (y con el mismo valor que las intelectuales) se fomentan las actividades artísticas y prácticas desde un comienzo, tales como música, pintura y dibujo, labores, euritmia, juegos y educación física, talleres de artesanía, jardinería y teatro, entre otras.